Se dice que sin salud mental no puede haber una verdadera salud física. El coste de los problemas de salud mental para las personas, pero también para las sociedades, se reconoce cada vez más, en particular para los jóvenes. Los trastornos como la depresión son comunes y la principal causa de su discapacidad. Además, estos pueden ser letales debido a su fuerte asociación con el suicidio, los accidentes y las malas decisiones relacionas con la salud.
Nuestra comprensión de como los trastornos psiquiátricos evolucionan a lo largo del tiempo también ha cambiado en los últimos años. Ahora sabemos que la gran mayoría de los problemas psiquiátricos que observamos en los adultos tienen su origen en los primeros años de vida y podrían incluso ser diagnosticados en la adolescencia. También sabemos que las personas con problemas de salud mental durante los primeros años de vida tienen más probabilidades de tener problemas de salud en el futuro, así como tener menos éxito social y económico. Estos conocimientos enfatizan el potencial del reconocimiento e intervención tempranos para promover la salud mental durante los primeros años de vida. Está claro que cualquier intento de prevención de problemas de salud mental en la vida temprana requiere un enfoque multifacético. Los niños no existen aislados, están integrados en sociedades, escuelas, familias. Como tal, la prevención requiere un enfoque interdisciplinario que involucre a médicos, maestros, padres y cuidadores, pero también a los propios jóvenes. Es a través de la colaboración de estas personas que se puede lograr la prevención y promoción del bienestar. (Argyris Stringaris, Pablo Vidal-Ribas, 2021).
En 2019, se suicidaron más de 700 000 personas, es decir 1 de cada 100 muertes, lo que ha llevado a la OMS a elaborar nuevas orientaciones para ayudar a los países a mejorar la prevención del suicidio y los cuidados conexos. Las tasas de suicidio disminuyeron en los 20 años transcurridos entre 2000 y 2019: la tasa mundial se redujo en un 36%, con descensos que oscilaron del 17% de la Región del Mediterráneo Oriental al 47% de la Región de Europa y el 49% del Pacífico Occidental. En cambio, en la Región de las Américas, las tasas se incrementaron en un 17% en ese mismo periodo. (Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud, Ginebra, 17 de junio de 2021)