La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamientos dirigidos hacia uno mismo, hacia nuestra manera de ser, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen: es la evaluación perceptiva de nosotros mismos.
Carl Rogers, máximo exponente de la psicología humanista, expuso que la raíz de los problemas de muchas personas es que se desprecian y se consideran seres sin valor e indignos de ser amados; de ahí la importancia que le concedía a la aceptación incondicional del cliente. En efecto, el concepto de autoestima se aborda desde entonces en la escuela humanista como un derecho inalienable de toda persona, sintetizado en el siguiente "axioma": Todo ser humano, sin excepción, por el mero hecho de serlo, es digno del respeto incondicional de los demás y de sí mismo; merece estimarse y que se le estime.
Todos tenemos una imagen mental de quienes somos, qué aspecto tenemos, en qué somos buenos y cuáles son nuestros puntos débiles. Nos formamos esa imagen a lo largo del tiempo, empezando en nuestra infancia. El término auto-imagen se utiliza para referirse a la imagen mental que una persona tiene de sí. En virtud de este razonamiento incluso los seres humanos más viles merecen un trato humano y considerado. Esta actitud, no obstante, no busca entrar en conflicto con los mecanismos que la sociedad tenga a su disposición para evitar que unos individuos causen daño a otros—sea del tipo que sea—.1 El concepto de autoestima varía en función del paradigma psicológico que lo aborde (psicología humanista, psicoanálisis, o conductismo). Desde el punto de vista del psicoanálisis, la autoestima está íntimamente relacionada con el desarrollo del ego;2 por otro lado, el conductismo se centra en conceptos tales como estímulo, respuesta, refuerzo y aprendizaje, con lo cual el concepto holístico de autoestima no tiene sentido. La autoestima es además un concepto que ha traspasado frecuentemente el ámbito exclusivamente científico para formar parte del lenguaje popular. El budismo considera al ego una ilusión de la mente, de tal modo que la autoestima, e incluso el alma, son también ilusiones; el amor y la compasión hacia todos los seres con sentimientos y la nula consideración del ego, constituyen la base de la felicidad absoluta. En palabras de Buda, "no hay un camino hacia la felicidad, la felicidad es el camino".
La autoestima es un concepto gradual. En virtud de ello, las personas pueden presentar en esencia uno de tres estados: Tener una autoestima alta equivale a sentirse confiadamente apto para la vida, o, usando los términos de la definición inicial, sentirse capaz y valioso; o sentirse aceptado como persona.5 Tener una autoestima baja es cuando la persona no se siente en disposición para la vida; sentirse equivocado como persona. Tener un término medio de autoestima es oscilar entre los dos estados anteriores, es decir, sentirse apto e inútil, acertado y equivocado como persona, y manifestar estas incongruencias en la conducta —actuar, unas veces, con sensatez, otras, con irreflexión—-, reforzando, así, la inseguridad. En la práctica, y según la experiencia de Nathaniel Branden, todas las personas son capaces de desarrollar la autoestima positiva, al tiempo que nadie presenta una autoestima totalmente sin desarrollar. Cuanto más flexible es la persona, tanto mejor resiste todo aquello que, de otra forma, la haría caer en la derrota o la desesperación.
Es muy importante trabajar y mejorar nuestra autoestima periódicamente para poder conocernos mejor, reforzar nuestras propias capacidades y estar más cerca de alcanzar nuestras metas. Tener buena autoestima nos ayuda a sentirnos mucho mejor con nosotros mismos y actuar como más motivación. Por lo tanto, una buena autoestima puede ayudarnos a: Conocernos, aceptarnos y aceptarnos tal y como somos. Aprender a adaptarnos a las circunstancias que nos rodean. Estar en sintonía con nuestra propia realidad para poder crecer como personas. Tener mayor salud física, psicológica y emocional. Mejorar la asertividad y poner límites. Fortalecer la capacidad de afrontar adversidades, frustraciones y fracasos. Trabajar en nuestra esencia para poder alcanzar nuestras metas y autorrealizarnos. Afrontar las situaciones que se nos presentan con mayor confianza y fortaleza. Relacionarnos mejor con otras personas, construir vínculos más profundos y duraderos. Establecer estrategias para alcanzar los objetivos que se nos proponen.